"En Charcas la vida no da ni para las tortillas"
Diferencia de precios entre el anaquel y la caja pegan duro. Bueno, al que se deja
Se llama Antonio Pérez Martínez, su familia vive en Charcas, San Luis Potosí, y junto a su hermano y un tío se vinieron a Monterrey a trabajar en la obra porque allá la vida no da ni para las tortillas. Los tres se contrataron como albañiles básicos en la construcción de una de las torres del complejo mixto –oficinas, departamentos y centro comercial- Ambar, en Valle Poniente.
Les dan media hora para comer, de las 12:00 a las 12.30 horas, cada día y cuando no traen lonche, se lanzan a comprar a Soriana que está en Plaza Vía Cordillera, a unos 100 metros del consulado americano. Todo esto en Santa Catarina.
Tienen también cerca un Oxxo, una Benavides que de farmacia tiene el puro nombre, porque de un tiempo para acá vende cual si fuera tienda de conveniencia, y un Súper Mode, pero a la semana de que llegaron a esos lugares se dieron cuenta que de todas esas opciones, comprar para comer resulta más barato en Soriana, porque en los otros lugares las cosas salen más caras.
Bueno, "resultaba más barato", porque hace unos días, Toño se dio cuenta de esto que en seguida les explico: Sucede que más de la mitad de los productos que Soriana Vía Cordillera vende no tiene precio y como los albañiles que trabajan en los edificios circundantes no tienen mucho tiempo para comer, no alcanzan a llegar hasta los verificadores para saber el precio de lo que se están llevando.
Cuando llegan a la caja se topan siempre con el inefable "¿quiere redondear?", y ahí se les van los centavos del cambio, pero lo más delicado es lo que Toño me contó cuando me lo topé haciendo fila en el mostrador de servicio al cliente de ese supermercado.
Sucedió que el sábado pasado fue a surtir la despensa a la salida de su jale y cuando vio que ciertos paquetes de una carne estaban con descuento, se animó a comprarla. "Nunca comemos carne porque no nos alcanza, pero ahora que la vi con descuento quise darles la sorpresa a mi hermano y a mi tío", me contó.
Ese paquete de carne sí traía precio, pero cuando pasó por el escáner de la caja de pago resultó que aparecía una diferencia de $25 pesos entre lo que decía el anaquel y lo que la cajera le estaba cobrando.
Toño estaba comprando 450 gramos de carne molida de la marca Sukarne a $39 pesos y cuando llegó a la caja, le estaban cobrando $64 pesos. "A ese precio, ni loco la compro", dijo. Así que se formó en la larga fila de servicio al cliente y cuando llegó su turno mostró lo que decía el paquete y lo que aparecía en el ticket de compra.
La empleada se disculpó por el "error" y le regresó en efectivo los $25 pesos de la diferencia. Toño salió de Soriana medio ciscado, porque nunca había tenido tiempo de comparar el precio que aparecía en los anaqueles con lo que le cobraban en la caja.
Y más ciscado todavía porque muchos de los artículos que él y sus compañeros compran en ese Soriana de Vía Cordillera no tienen precio y así los meten en la canasta porque con el poco tiempo que les dan para comer, ni modo de andar buscando los preciadores para verificar lo que valen. "Se la pasa uno tanteando lo que cuestan las cosas y cuando no nos alcanza para pagar, pos nomás los dejamos en la caja", me dice con un gesto de resignación.
"De aquí en adelante, o no vuelvo o si no hay remedio y tengo que, voy a fijarme muy bien porque para una vez que pase les creo que pudo haber sido un error, pero siempre, está canijo", me comentó para finalizar la charla.
Fuente: El horizonte
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